martes, abril 04, 2006

Ensalada a la Chilena!!

Mierda cresta concha tu madre, ándate a la cresta, ándate a la chucha, ándate a la mierda.

Chúpalo, piojento valí callampa, hueón, culiao, maricón, maraco, maraca, te gusta el pico!!

FuGa!



Banco del desarrollo, todos los días Banco del Desarrollo, que hacer, como obtenerlo, como poder poseer parte de él. Partí por hacer la práctica en sus dependencias y juguetear diariamente con mi mirada su caja fuerte.
Un día me encontré botado 10 pesos en la entrada de mi oficina, mi corazón se acelero, repentinamente, sabia que debía depositarlos y avisar al Gerente de aquella fuga de dinero, pero no pude. Era como si la moneda estirara sus brazos y quisiera abrazarme, como si fuera parte ya de la familia.
Así que me agache suavemente, haciendo como si abrochaba mi lustrado zapato y cerciorándome que nadie reparaba en mí, la agarre con todas mis fuerzas.
Estuve todo ese día nervioso, transpiraba más de costumbre y cuando alguien se acercaba a mi oficina mis rodillas temblaban.
Al dar mi hora de salida, ordene mis cosas, como todo los días pero mis nervios no daban para más, solo quería correr a guardar mi tesoro. Cuando el reloj marco la hora correspondiente caminé presurosamente hacia la salida.
Al día siguiente, venía camino al trabajo, más contento de costumbre, pensando sólo en que terminara pronto el día para poder ir a apreciar mi moneda. Cual fue mi sorpresa, que al momento de entrar a mi oficina esta vez eran cinco las monedas de $10 las que estaban botadas allí. El truco del zapato ya lo había usado, así que de primera no supe que hacer. De pronto deje caer el bolso y allí recogí lo que mi suerte me entregaba.
Diariamente cada vez que llegaba a mi oficina encontraba una cantidad mayor de monedas allí en la entrada y cada vez usaba un truco distinto para poder agarrarlas. Decidí tapar el lugar de aparición con el basurero, así que cada vez antes de irme dejaba el basurero, disimuladamente en ese preciso lugar, por lo que ahora sólo hacía que botaba un papel o algo y aprovechaba de aumentar mis caudales.
Cuando ya mi fortuna se veía aumentada y mis ahorros eran considerables, mi mente estaba poseída de alguna manera, era como si las monedas me hubiesen poseído y me utilizaran para fugarse de la bóveda, empezaba a sentir que ellas no me pertenecían, pero no por que me las hubiese encontrado en vez de ganado. Si no por qué no las podía gastar, eran ellas las que me dominaban, era el dinero el que empezaba a dirigir mi vida, era él y no yo el que mandaba y tenía el control. No lo podía gastar por que sentía que perdía parte de mí, no lo podía dar por que ya me había vuelto avaro, nada podía hacer con él, sólo guardarlo y apreciarlo. Él me usó y me sigue usando, cada mañana aparecen nuevas monedas y cada mañana trato de negarme a recogerlas, pero no lo logro. Así estoy ayudando a las monedas a fugarse, a liberarse y cada vez soy yo más prisionero.