viernes, enero 26, 2007

Sin correr Ni ocultarse

En ocaciones arrancamos sin saber muy bien de que es de lo que estamos corriendo, es sólo que nuestros sentidos se agudizaron, se asustarón sin comprender que parte del mundo es la que nos incomoda.
La última vez que corrí sin saber con exactitud de que estaba arrancando me caí apresuradamente, me levante muy rápido y volví a correr, mire hacia atraz un par de veces haver si tenía mayor claridad de lo que me perseguía, pero la neblina del miedo me cubría los ojos.
Cuando por fin creí haver perdido a mi persiguidor, me detuve a descansar a calmar mi respiración, y sin mediar estímulo me sentía asustado, pero no asustado por lo que creía me perseguía sino asustado por que empezaba a comprender que por más que corriera, me escondiera, el silencio delataba que dentro mío se gestaba mi propio perseguidor, mis propios temores y mi propia verguenza de tenerlos.