miércoles, julio 12, 2006

Di - Ferencia.

Sin esquinas por las cuales se pueda doblar, ni pasadisos que comuniquen la diferencia de nuestros pasos.




-No, yo no lo creó así. Yo siempre, bueno no siempre, sino que me trato de convencer hace un tiempo, que cada cual enfrenta las cosas a su modo, como él, bueno no sé si se decida, pero sí, como se quiera enfrentarlas. Mira un hecho puede ser el mismo para muchas personas, pero todas las enfrentan distinto. Claro que de fondo hay algo que le llamamos personalidad, o como me gusta decirle, la forma que ellos tienen de configurar su mundo, como ven el mundo. Hay distintas formas, pero uno se empeña tanto y creé tan ciegamente que lo que ocurrío proboca estas y tales consecuencias, que creé que la única forma de reaccionar es como lo hace, que esa es la forma de enfrentarlo la correcta y no hay más, pero no sé da cuenta, perdón, no nos damos cuenta que quizá podemos decidir en como queremos que las cosas nos afecten. A lo mejor el miedo, la pena, la impotencia nos recorra, nos sobrepase y no la podamos controlar por un par de minutos, pero luego podemos hacer el intento de ver las cosas de otra forma, de sentirlas y quizá hasta olerlas distintas.


Siguieron caminando bajo el sol invernal, estaba agradable para pasear, solo un par de horas, dos a lo mucho, luego el sol empezaría a bajar y el frío se haría notar. La panadería estaba justo donde la habían dejada hace tanto tiempo atraz, pasaron por el frente observándola silenciosamente, se miraron y se preguntaron, con el color de los ojos, por los pasteles que hacía el esposo de la señora Mirta, se devolvierón, aún guiandose sólo con sus ojos y entraron. No fueron reconocidos por ella, después hablarón que estaba aigual, sólo un poco más gorda, pidieron dos empolvados, pagaron y se marcharón, sin decirles quienes eran.

- Algo no me queda claro del todo en tu lindo discurso, si es así como dices, si es así como tu tratas de ver las cosas, de configurar el mundo, como tan orgullosamente dices, ¿Por qué no lo has intentado? ¿Por qué no has hecho un esfuerzo para poder salir de donde estás? Yo, la verdad no sé que esperas, si esperas que crea tus lindas palabras, si crees que con esas frases rebuscadas alguien si quiera imagine que eres sincero, estás equibocado.

El sol ya no alumbraba como al comienzo de la tarde, y de los los empolvados sólo quedaban una que otra migaja en las chaquetas. Habían habido risas, miradas de complicidad, silencios incomodos y esperanzas de resurección, pero no bastaba, la última sensacíon había sido la misma desde hace mucho.