martes, octubre 31, 2006

Gesto..

Ella tiene los labios rotos de tanto mordérselos,
camina a paso sumergido con su figura de sombra Burtoniana.
Su risa, cada vez más escasa, se pierde en la luminosidad de aquellos ojos.
Posee tres lágrimas, que las esconde de las caras conocidas,
y en ocasiones se asoman, miran al señor de la micro, a la señora del quiosco,
o a cualquier transeúnte que la ve pasar.

Su pena no es una pena propia,
hay veces que la transforma y dice que le da fuerzas,
en otras la desespera y siente sus hombros cansados.
Yo la veo, y ya no está sentada, esperando el tren
o mirando las constelaciones pasar.
Hoy ya se atreve, y saluda cuando le sonríen,
respira con más confianza
y por las mañanas tiene menos sueño.

En ocasiones la he sorprendido,
sus manos contra su carne
y una mirada penetrante hacia su interior,
en un autodesafio de sacrificio y sanación.
Esas imágenes duelen, ella no lo sabe.


Esos destellos de forma
esas luces que encandilaban la procesión son ilusorias.
La diferencia está que
sus manos ya no respiran vacías,
puesto que
tu compañero ya aprendió la inocencia de la dulzura
que tienen tus brazos al caer.